El monstruo común, el zombie, se gana la credencial por el mero hecho de ser un despojo ambulante. Es un freak, sí, pero no excepcional. El monstruo con mayúsculas, en cambio, tiene nombre y apellido: su identidad es su propio estigma. En tiempos de crisis, sólo convoca la atracción más irresistible: pan y circo. Monstruo y pizza, en este caso.
2 comentarios:
muy buena onda
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