¿Qué ocurriría si King Kong aceptara la civilización, y pese a su increíble tamaño, respetara las reglas de juego de la Big Apple? El ciudadano Kong, un simple habitante de Manhattan cuya sombra ya no asusta a los neoyorkinos, habla del largo proceso de adaptación que lo transformó en un mono educado. Eso sí: a la rubia todavía no quiere soltarla.
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