Todo contacto humano es una especie de secuestro recíproco. Los padres son nuestros primeros secuestradores. El amor por ellos es mero síndrome de Estocolmo. Pero veamos: primero nos violentan al darnos la vida: eso es privación ilegítima de la libertad de no existir; al hacerlo, nos condenan a morir. No cabe otra tipificación: es secuestro seguido de muerte.
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