Un intermediario entre Dios y los hombres nos habla de ese qué se yo que distinte a los grandes hombres de la gente común. Al mismo tiempo veremos recorrer, como en cámara lenta, la trompada que va a demostrarle que ni los dioses ni el más allá ni Rafael, su ángel de la guarda, campeón en Roland Garros, van a salvarlo de la desgracia de no ser otro que el que le tocó ser.
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