Nadie es profeta en su tierra, pero existe lo que llamamos “orgullo provincial”, sentimiento algo limitado, si tenemos en cuenta que para evitar conspiraciones colectivas o acusaciones de secesionismo, ese orgullo siempre tiene que estar a raya u ocupar un lugar inferior al orgullo nacional. ¿Cómo evitar esa distorsión de la mirada que exagera o que menosprecia lo propio?
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